UNA FIESTA DE LA QUE YA FORMAS PARTE
Puse un mantón de manila en mi balcón, para dar la bienvenida a las fiestas que más me hacen sentir. Como una niña pequeña, contaba los minutos para oír el sonido del tambor que acompaña a los hermanos del Señor durante su paseo por el pueblo. De casa en casa, recogiendo a sus compañeros. Y alabando al Santísimo Sacramento. Por siempre alabado sea. No puedo explicar lo que siento. Es una explosión de recuerdos de otras épocas mejores (en las que todavía tenía a mi lado a las personas más importantes de mi vida) y unas ganas locas de pintar una sonrisa en la cara al ver la de mi hijo, de la mano de su padre, empapándose de lo que somos. A veces los sentimientos se mezclan de tal manera que puedes estar plena y a la vez triste, estar en el séptimo cielo y caer al suelo en segundos. Hasta un poco de miedo, angustia. A la vez, emoción, sorpresa y ternura. Todo así, en el mismo cuerpo, cada hora que fuimos bailando las alcancías por las calles de mi Peñalsordo. El domingo despert...