TAMBIÉN HAY DÍAS MALOS

Cuando tengo ganas de llorar, yo escribo. Siempre escribo. Me pongo Extremoduro a tope y escribo. Siempre, desde que era bien joven. A veces era necesario escuchar «Pedrá»  en bucle, mientras llenaba páginas y páginas con mis desgracias, que en aquella época serían los desamores o los desaires de alguna amiga o amigo. 

Y sigo igual. Nada me viene mejor que ponerme la música a nivel máximo y escribir. 

 



Porque hay veces que, no sabes por qué motivo, la vida te enseña cosas que no quieres ver y tienes que aceptarlas como son, sin importar que tú pienses que es injusto y feo. Y da igual que no tenga que ver contigo, te duele igual. Nos pasa a los que somos sensibles a lo que le pasa a los demás, aunque no nos afecte a nosotros. Yo creo que en este mundo todo está conectado, y que al final, si otros sufren tú sufres, si otros son felices tú también lo eres. Y si no, algo marcha mal.

En fin, que hoy tengo ganas de llorar fuerte, y lo voy a hacer porque creo que es sano quitarse de encima toda esa mierda. Que ser felices en todo momento es imposible y tenemos que permitirnos también estar tristes. Yo hoy lo estoy y no pasa nada. Sé que volveré a levantarme, dejar a un lado el dolor y gastar bromas como si nada. Pero hoy no.

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