EN UN LUGAR DE EXTREMADURA
Me crié en uno de los pueblos de Extremadura.
Desde pequeña vi a mis abuelos labrar la tierra y ordeñar a las vacas, mientras otros sacaban adelante un negocio de la nada. Sé lo que es trabajar, porque no he vivido otra cosa que no fuese el madrugar y trasnochar de mis padres. Por ello, conozco bien de dónde vengo y sé cual es mi sitio.
En aquel pequeño pueblo no había muchas cosas que hacer, pero vivimos momentos auténticos. Recuerdo una huelga y manifestación para que no trajesen el pantano más grande de España a nuestras tierras. Éramos pequeños y allí estábamos. Fue el día en el que no fuimos al cole porque tocaba rebeldía.
Muchas tardes las pasábamos en plena naturaleza, pescando, corriendo, haciendo una paella con pocos artilugios, en medio del campo. Jugando al bote-bote ya en la calle del pueblo, escondiéndonos para estar con el chico que nos escribía cartas de amor, fumando a escondidas y bajándonos al pilar a tomarnos una caja de botellines con los colegas.
Yendo y viniendo para poder estudiar, y dándonos cuenta de que nos teníamos que marchar de allí rápido, si queríamos salir adelante trabajando en aquello para lo que nos habíamos formado. «Tierra de conquistadores, no nos quedan más cojones», ya lo contaba Extremoduro.
Y volviendo cada poco, con nuestra mente, a ese sitio donde está la gente mas auténtica que yo he conocido. En todos los sentidos. A veces se hacía duro, muchas. Pero qué recuerdos de ese tiempo, en el que lo más importante era llegar a casa sano y salvo sin que se notasen, ni un poquito, las consecuencias de las aventuras que habías vivido.
A todos los que pasaron aquello, a mi generación de los 80, a los amigos y compañeros de pupitre, a los profes que estuvieron con nosotros en los ratos más y menos divertidos. A todos, los llevo cerca. Porque cada día me acuerdo un poquito de alguno.
Hoy la gente de mi pueblo lo está pasando mal, porque este bicho ha entrado finalmente en la fortaleza que parecía que habían creado. Les mando fuerza y mucha paciencia, ánimo y cariño.
Saldrá el sol de nuevo, paisanos.
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