AMARGURAS, LAS JUSTAS
A veces tenemos un manojo de algo que no sabemos qué es en el estómago, debajo del pecho. En ocasiones, incluso manda señales a los brazos y a las piernas; como si lo que ahí hubiese se extendiera por todo el cuerpo. No sabes de dónde viene, pero está. Es desagradable, porque sientes una angustia que te deja hecho polvo. Imagen de Gino Crescoli en Pixabay Y es que quizá llevemos mucho tiempo diciéndonos cosas malas. Sintiéndonos la peor persona del mundo por pensar, y decir, lo que otros no quieren escuchar. Intentando no hacer daño a los que tenemos alrededor, pero rompiéndonos por dentro en el intento. Puede que no hayamos encontrado en meses un momento de calma. Que corramos de un sitio a otro, y nuestra mente no pare de buscar soluciones a esos problemas, del primer mundo, que ya son bastante. Por un lado, intentando hacer malabares entre la casa y el trabajo. Con el miedo que da pensar en perder tu sustento, pero también la preocupac...