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Mostrando entradas de 2021

AMARGURAS, LAS JUSTAS

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  A veces tenemos un manojo de algo que no sabemos qué es en el estómago, debajo del pecho. En ocasiones, incluso manda señales a los brazos y a las piernas; como si lo que ahí hubiese se extendiera por todo el cuerpo. No sabes de dónde viene, pero está. Es desagradable, porque sientes una angustia que te deja hecho polvo. Imagen de Gino Crescoli en Pixabay   Y es que quizá llevemos mucho tiempo diciéndonos cosas malas. Sintiéndonos la peor persona del mundo por pensar, y decir, lo que otros no quieren escuchar. Intentando no hacer daño a los que tenemos alrededor, pero rompiéndonos por dentro en el intento.   Puede que no hayamos encontrado en meses un momento de calma. Que corramos de un sitio a otro, y nuestra mente no pare de buscar soluciones a esos problemas, del primer mundo, que ya son bastante. Por un lado, intentando hacer malabares entre la casa y el trabajo. Con el miedo que da pensar en perder tu sustento, pero también la preocupac...

A VECES ME QUEDO UN RATO ALLÍ

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  Me gusta volver a los cumpleaños de mesa en medio del pasillo. De aquella casa típica de pueblo. Con todos los vecinos alrededor del mantel blanco de papel.   De velas de colorines en la tarta de galletas y "flanín" hecha por mi abuela. Un manjar que siempre tenía un extra para mí, porque, la noche anterior, me dejaba terminar todo el relleno que sobraba, a cucharadas en el cazo que había estado calentándose en aquella cocina que tanto añoro.  Y, aunque los amigos que me lean saben que siempre acababa enfadada (cosas del directo y de la sobreactuación de la "prota") eran las fiestas más espectaculares que recuerdo.  Echando la vista atrás, me doy cuenta de que no necesitaba tanto. Y, sólo imaginando a mis abuelos y a mis padres preparando el evento, mis ojos se empapan. No recuerdo los regalos, sólo el sabor del chocolate y la sonrisa y el trasiego de mi abuela, pastel en mano. La cara de sorpresa de los amigos, que venían a verme y se quedaban solos, porque yo ...

Sin ti no sería

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  Aquel que sostiene, fuerte, tu mano. Cuando escapas de ese refugio y caes, te levanta. Así es un padre, así es mi padre.      Resolutivo, alegre, disfrutón. Me enseñaste a hacer equipo, a amar la música y a cantarla sin vergüenza, aunque tú y yo sabemos lo mal que lo hago. Me pusiste a los Rolling, a los Beatles. En el coche, a Gabinete Caligari, Héroes del Silencio, Los Planetas... El mejor regalo, una cinta de música elegida por ti.  Contigo he aprendido lo que quiero y lo que no quiero en mi vida; los principios que siempre me guiarán. El primero, el cariño.   Te vi barrer y fregar, desde pequeña. Disfrutar a tope de tu tiempo, ser buena persona, esforzarte y confiar primero en ti. Amar la vida y a los que te rodean.  Tienes el súper poder de darme fuerza, el don de resolver mis problemas con solo unas palabras. Sabes siempre lo que tienes que hacer y, si te equivocas, tu hija que es Pepito Grillo ya te dice que por ahí vas mal. Y le haces ca...

TAMBIÉN HAY DÍAS MALOS

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Cuando tengo ganas de llorar, yo escribo. Siempre escribo. Me pongo Extremoduro a tope y escribo. Siempre, desde que era bien joven. A veces era necesario escuchar «Pedrá»  en bucle, mientras llenaba páginas y páginas con mis desgracias, que en aquella época serían los desamores o los desaires de alguna amiga o amigo.  Y sigo igual. Nada me viene mejor que ponerme la música a nivel máximo y escribir.    Porque hay veces que, no sabes por qué motivo, la vida te enseña cosas que no quieres ver y tienes que aceptarlas como son, sin importar que tú pienses que es injusto y feo. Y da igual que no tenga que ver contigo, te duele igual. Nos pasa a los que somos sensibles a lo que le pasa a los demás, aunque no nos afecte a nosotros. Yo creo que en este mundo todo está conectado, y que al final, si otros sufren tú sufres, si otros son felices tú también lo eres. Y si no, algo marcha mal. En fin, que hoy tengo ganas de llorar fuerte, y lo voy a hacer porque creo que es sano ...

EN UN LUGAR DE EXTREMADURA

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  Me crié en uno de los pueblos de Extremadura .    Desde pequeña vi a mis abuelos labrar la tierra y ordeñar a las vacas, mientras otros sacaban adelante un negocio de la nada. Sé lo que es trabajar, porque no he vivido otra cosa que no fuese el madrugar y trasnochar de mis padres. Por ello, conozco bien de dónde vengo y sé cual es mi sitio.   En aquel pequeño pueblo no había muchas cosas que hacer, pero vivimos momentos auténticos. Recuerdo una huelga y manifestación para que no trajesen el pantano más grande de España a nuestras tierras. Éramos pequeños y allí estábamos. Fue el día en el que no fuimos al cole porque tocaba rebeldía .   Muchas tardes las pasábamos en plena naturaleza, pescando, corriendo, haciendo una paella con pocos artilugios, en medio del campo. Jugando al bote-bote ya en la calle del pueblo, escondiéndonos para estar con el chico que nos escribía cartas de amor, fumando a escondidas y bajándonos al pilar a toma...

QUERIDOS ...

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  Ya vienen los Reyes. También para los republicanos. Vivimos al límite, porque los 9 años ya son difíciles para esto de la magia. Ha escrito la carta a sus Majestades con una sonrisa de medio lado que aún no me he planteado cómo interpretar. Rumores de patio y charlas de comedor con los colegas sobre los tres seres mágicos, no pueden traer nada bueno.  Así que estaba tardando en llegar esa pregunta que le hacemos algún día a nuestros padres, madres, tíos o abuelos, cada uno a quien pilla por banda.  Pero yo sigo poniendo el mismo entusiasmo esta noche y, una de dos, o piensa que estoy loca y me sigue la corriente, o somos iguales. Le he explicado que soy creyente, muy creyente. En Papá Noel, en los Reyes Magos y en todo aquel que me traiga regalos y cosas buenas. Así que voy a seguir pensando en que debajo del árbol alguien me va a dejar alguna cosita que sabe que me gustará. Y, bueno, es cierto que no siempre me porto bien. Y que a veces disfruto portándome mal, pero as...