ESE FRÍO

 

Hay días en los que no puedo evitar echar la vista atrás y ahí siempre estás tú.

 


 

Los recuerdos son fríos. Mucho frío cuando te levantabas de la mesa donde estaba el brasero, de picón, para ir a cualquier otro lugar de la casa. Debajo de las enagüillas, calentabas mi ropa porque no daba tiempo a que se secase para llevarla de vuelta al Colegio. Mucha humedad. Recuerdo las sábanas, estaban mojadas.

 

Son fríos pero alegres esos trocitos de vida. En los que cogías mi mano tan fuerte que notaba la rugosidad de los dedos. Cuando te acariciaba las arrugas de la cara, que eran casi dulces. Blandas. Tus cabellos, grises. Lo que te gustaba ir a arreglarte la melena y, si llovía, nada te importaba plantarte una bolsa en la cabeza, de vuelta de la peluquería.

 

Con tu risa, y más si esa noche asábamos chorizo patatero en la lumbre (que era cada dos por tres). Y tu enfado, si no me bebía el vaso de leche. «Que no sales», me decías. Mis amigas darán fe de ello.

 

Esas noches a la espera de mi llegada, pensando en el frío que estaría pasando fuera. No, abuela, no pasábamos frío, así es la juventud. Pero no sabes cómo te entiendo ahora, cuando pienso en que en unos años, ahí estaré yo. Con la puerta de mi habitación entreabierta, esperando a que llegue mi hijo.

 

Mi juventud son aquellas calles, ese frío cuando llegaba Navidad. El olor a la carne asada en la chimenea y tú, esperándome en el brasero para decirme «Patri, esto han dejado los Reyes para ti». Me lo creía. Siempre. Daba igual la edad. También si ese año yo hacía de paje real.

 

Abuela, vienes de vez en cuando, con mucha fuerza y entonces sé que nunca te fuiste. Porque quedan los recuerdos.

 

Pensé que esa felicidad duraría siempre y no la aproveché al máximo. Cómo y cuánto me arrepiento. Al lugar donde has sido feliz, no debieras tratar de volver. Razón tiene el maestro.

Comentarios

Entradas populares de este blog

UNA FIESTA DE LA QUE YA FORMAS PARTE

Y TODO SE PONE DEL REVÉS PARA VOLVER AL DERECHO

AMARGURAS, LAS JUSTAS