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Mostrando entradas de diciembre, 2020

HOLA 2021

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Ya sí que sí. Te vas. 2020. Sonabas bien, y prometías. Pero nos has abierto los ojos de golpe, con un guantazo a mano abierta. Y hemos despertado. O eso espero. A mí me has cortado las alas un poquito, por aquello de mi alma viajera. Pero me has enseñado a encontrar la calma en familia, con la tranquilidad que me hacía falta. He aprendido que nada era tan grave, que poquito a poco las cosas salen mejor y que lo importante es estar con aquellos que te sacan una sonrisa, que preguntan qué tal estás, que se preocupan por tus cosas. Y esas tardes en las que veía que, aunque pantalla de por medio, todos ellos sonreían, yo era feliz. No necesité mucho más que salud, unas cervecitas y comida en la nevera. Aprendí a cocinar con lo que había, cuando salir era difícil y todos nos lanzamos a la compra por internet, saturando el mercado. A guardar el miedo dentro, cuando tenía que contar un cuento, y a sacarlo fuera, si no quedaba otra. Los directos de Re-colócatePsicólogos me hicieron tanto ...

ESE FRÍO

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  Hay días en los que no puedo evitar echar la vista atrás y ahí siempre estás tú.     Los recuerdos son fríos. Mucho frío cuando te levantabas de la mesa donde estaba el brasero, de picón, para ir a cualquier otro lugar de la casa. Debajo de las enagüillas, calentabas mi ropa porque no daba tiempo a que se secase para llevarla de vuelta al Colegio. Mucha humedad. Recuerdo las sábanas, estaban mojadas.   Son fríos pero alegres esos trocitos de vida. En los que cogías mi mano tan fuerte que notaba la rugosidad de los dedos. Cuando te acariciaba las arrugas de la cara, que eran casi dulces. Blandas. Tus cabellos, grises. Lo que te gustaba ir a arreglarte la melena y, si llovía, nada te importaba plantarte una bolsa en la cabeza, de vuelta de la peluquería.   Con tu risa, y más si esa noche asábamos chorizo patatero en la lumbre (que era cada dos por tres). Y tu enfado, si no me bebía el vaso de leche. «Que no sales», me decías. Mis amiga...