DE MADRES Y PLATOS
Los que tenéis un pueblo al que volver, los que tenéis un sitio en el que habéis sido felices y al que retornáis siempre que las cosas se ponen feas, porque allí encontráis sosiego. Los que huís a veces de él porque necesitáis dejar la mente en blanco. Los que tenéis ese lugar en el que podéis volver a ser niños. Todos me entenderéis.
Llevo unos días dando vueltas alrededor de muchos recuerdos.
Pero hoy me he encontrado este plato, entre vajillas de otra época que, quiero
pensar, no se han tirado porque guardan algún secreto o porque significan mucho,
aunque parezca que no son nada. Un plato de los años ochenta, en el que me tomaría
la papilla o la fruta o la tortilla… Sólo mi madre lo sabrá.
Y digo mi madre, porque en esa época eran madres a tiempo completo. Se levantaban por la noche, ellas. Cambiaban los pañales, ellas. Nos daban la comida, ellas. Sufrían lo indecible si su hijo no reía, si no jugaba, si se perdía por las calles del pueblo y tardaba horas en encontrarle. Esas madres se merecen un monumento. Y, si además trabajaban también fuera de casa, un monumento no, habría que ponerles una calle.
Y digo mi madre, porque en esa época eran madres a tiempo completo. Se levantaban por la noche, ellas. Cambiaban los pañales, ellas. Nos daban la comida, ellas. Sufrían lo indecible si su hijo no reía, si no jugaba, si se perdía por las calles del pueblo y tardaba horas en encontrarle. Esas madres se merecen un monumento. Y, si además trabajaban también fuera de casa, un monumento no, habría que ponerles una calle.
El caso es que me he quedado un tiempo mirando ese plato. Y
se me han saltado las lágrimas. Me he dado cuenta de todo lo que han hecho por
nosotros, en silencio, calladas, luchando día tras día. A veces, muchas veces, en entornos
que no eran nada amables.
Esas madres, las de otro tiempo, se merecen todo. Que las recordemos, por supuesto, con una sonrisa. Y que seamos capaces de ver su lucha porque, amigos, somos gracias a su valentía. Dieron un paso al frente y pudieron con todo, acaso a veces perdieron algo de cordura. Podemos perdonar sus fallos, porque fueron muchos más sus aciertos.
Sigo navegando entre recuerdos, a veces naufragando. Porque venir
a este pueblo es sentir el peso del pasado. Las raíces que te atan fuerte a un
sitio, quieras o no. Parte de una vida que sigue latiendo, sigue significando mucho. Lo sabréis todos aquellos que volvéis al sitio en el que fuisteis niños, con todas las letras.
Precioso y humano Tacona!!!siempre aciertas😘😘😘😘😘
ResponderEliminarQué razón tienes!!!
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