LLENANDO LA MOCHILA DE MOMENTOS
Llena la vida de paradas en sitios bonitos. Porque no es una meta, un lugar donde permanecer. Ni un destino.
«Hasta aquí llegué, ya está. Esto es todo, amigos». No. Esto es un paseo. Y si paras, hazlo en lugares donde valga la pena quedarse.
Llegan las Navidades. Y a veces pienso que nos volvemos un
poco locos entre el marisco, los regalos y la necesidad de consumir por encima
de todo. Cuando llegan estas fechas me propongo parar, mirar las cosas desde
otro sitio y pensar, realmente, qué es y qué no es imprescindible.
El día que
mi hijo me dijo que no quería pedirle nada a sus Majestades me asusté. Porque
eso significa que quizá tenga todo. Todo
lo que necesita. Y quedándome con la copla entendí que sí, que lo tiene todo y
que las necesidades las creamos nosotros. Cuando están cubiertas, buscamos
otras.
Pero esta vez sí. Lo tiene todo porque tiene cariño, porque tiene a
una familia que le demuestra cada día que le quiere y porque siempre he pensado
que regalar tiempo y momentos iba a ser prioritario en la crianza. Así que, aunque de vez en cuando me pide algún regalo, de
camino a casa, no es de aquellos que necesitan el tener para alcanzar la
felicidad. Como casi todos los niños, es más feliz si te sientas con él a jugar, que
si le llenas el cuarto de legos. Lo es porque lo que necesita es estar con su
familia.
La conclusión es que todas las Navidades me propongo ser,
antes que tener. Ser y estar, lo que significa abrazarnos fuerte, reírnos y
valorar lo que hemos construido, algo que continuamente está cambiando. Llenar nuestro tiempo de viajes, de sitios con encanto.
Que rebosemos de experiencias. Eso implica hacer alguna parada en los rincones
que pintan el alma de color. Ver amanecer juntos, mientras nos perdemos por
carreteras muchas veces sin rumbo. Cogernos de la mano para saltar los charcos,
juntarnos mucho para pasar el frío, tendernos para ver una película. En fin, que
no hay nada que no arregle una tarde en familia.
Este fin de semana largo hemos llenado la mochila. Pero no
ha sido de juguetes, ni de ropa. No había cosas. La mochila no pesa, trae
momentos, recuerdos y vida.
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