SOMOS RESPONSABLES DE LA SOCIEDAD QUE TENEMOS
“Igual que a ti, igual que a mí, la realidad les aplastaba, pero cerraban al dormir los ojos y se la inventaban”. J. Sabina
No sé si tengo los ojos más abiertos ahora. O es que la
realidad me da sacudidas aprovechando mi punto débil. Creo que siempre he
estado atenta a las injusticias, desde que tengo uso de razón.
Recuerdo que una vez, de pequeña, le pedí a mi madre, hasta
tres veces, una moneda para darle a una anciana que estaba sentada en
el suelo cerca de nosotras, y me las dio. Creo que fue en una boca de metro de
la capital. No podía vivir pensando que podríamos ayudar a alguien y no lo hacíamos. Tenía 5 años.
Siempre ha existido pobreza, la hemos visto, la hemos tenido
al lado. Pero no puedo quitarme de la cabeza el pensamiento de que en estos
tiempos de avance social, tecnológico, cultural,… las personas que viven sin
tener cubiertas sus necesidades básicas, entre ellas la vivienda, han
aumentado. Y creo que es muy fácil cruzar esa línea, pasar de tener techo, dinero para comer y una estabilidad, a no tenerlo.
Un golpe de mala suerte y estás fuera.
Hoy me he encontrado con una persona sin techo a la que conocí hace
unos años, cuando acompañaba a aquellos que no tenían donde dormir. Su cara no había cambiado nada. Supongo que lleva media vida
viviendo en albergues, recogiendo ropa de los cubos de basura, y peluches que
lleva en un carrito de la compra.
Hace días me encontré con otra persona, a la que me cruzaba en el tren cuando ella y yo íbamos al trabajo. Ahora está en la calle y su cara refleja lo que su alma siente. Rabia, vergüenza, sinsentido… Y, en realidad, ella no tiene que sentir vergüenza, es este sistema el que no sólo tiene que sonrojarse, debería ponerse morado de rabia.
Hace días me encontré con otra persona, a la que me cruzaba en el tren cuando ella y yo íbamos al trabajo. Ahora está en la calle y su cara refleja lo que su alma siente. Rabia, vergüenza, sinsentido… Y, en realidad, ella no tiene que sentir vergüenza, es este sistema el que no sólo tiene que sonrojarse, debería ponerse morado de rabia.
Y no vale meterse dentro del caparazón y decir “no va
conmigo”, porque sí va conmigo, puedes ser tú el que
está en la calle, pueden ser tus hijos los que van a comedores sociales, puedes
perderlo todo, porque estamos diseñando una sociedad en la que es muy fácil que
esto ocurra ¿O es que nadie se da cuenta de que no hay clase media en este país? Hemos intentado salir a trancas y barrancas de un crisis y ya está llamando a la puerta la siguiente. Espero que aprendiésemos algo de lo vivido. Pero me da que no.
Podemos cerrar los ojos e imaginar una vida mejor para
nuestros hijos, para nosotros, podemos conformarnos con lo que tenemos, o no,
pero nunca deberíamos rendirnos.
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