LO QUE NOS LLEVAMOS EN LA MOCHILA


Cada mañana al despertar simplemente hay que decir, que divertido es ser feliz, cantaba Willy Fog.



Y aunque no estemos programados para ser felices, ¿qué tal si este verano, además de algunas cosillas materiales, nos traemos a casa momentos? Seguro que mucho de esto lo tenéis en vuestra maleta. Qué mejor regalo...


…El olor a tostadas recién hechas. El fresquito de la mañana que entra por la ventana, cuando aún nadie ha despertado. Tirarte en el sofá sin la prisa. No ocupar la cabeza en ningún problema. Lavarte la cara despacio y siendo consciente. Andar sin rumbo. Un café. Mirarte en el espejo y quererte. Quererte mucho. 


Ver como duermen, tranquilos, serenos. Madrugar para salir de viaje. Los pueblos blancos de Andalucía. El olor a mar. El sabor del agua salada. Un vino blanco fresquito. Las olas. Los holas. El paseo marítimo. Las pulseras de colores de la playa. El olor al aftersun. Tirarte en la hamaca sin más que pensar que en el modelito que te vas a poner "a la noche". Pasear por la arena. La música de la terraza que no logras dejar de tararear en todo el verano. Cuando el sol te tuesta un poquito. Sentarte en el borde de la piscina y ver lo mayor que es ya, y lo bien que nada. Buscar piedras. Bucear y ver el fondo del mar y flipar. Tirarte al sol en un barco a la deriva sintiendo el movimiento de la mar. Cuando te sale el corte del bañador. Llevar días sin pensar en la rutina. Estar con los que quieres mucho tiempo, muchos días. La espuma de la cerveza. 

Comer gusanitos en la piscina mientras otros hacen Aquagym. Hacer Aquagym en la piscina mientras otros comen gusanitos. 

Cuando recuerdas tu vida y te gusta. El olor a crema solar infantil. Leer un libro sin prisas. Comer sin sentirte mal. Dejar ir todo lo que te hace daño, aunque cueste un poco. El queso. El queso con una copa de vino. Mirarte en el espejo y quererte. Las imperfecciones.



Los tomates de la huerta. Una cervecita o dos, al fresco. Encontrarte con los amigos de toda la vida y volver a ser niña y adolescente. Escuchar a Sabina. Sentirte en paz con el mundo. Deshacer los nudos del estómago, uno a uno. No odiar a nadie. Sonreír sin motivo. Trabajar en el campo en familia. Escalar montañas. Hacer la baca en Capilla y subir al castillo. Desayunar en la terraza. Pasear por el pueblo. Dormir hasta cansarte. Ver como los pequeños se han hecho adolescentes. Recordar. Una copa en la terraza de la Cueva, con sus pipas. Reír con fuerza. 

Jugar con los amigos hasta que se va el último. La ilusión de hacer la primera pandilla. La libertad. 

Ver atardecer en medio del campo. El olor a Feria. El guarrillo. Tumbarte en la colchoneta dentro de la piscina y dormirte. Despedirnos del sol juntos, desde nuestro sitio preferido. La siesta. Los bocatas de nocilla. El libro que te engancha. 





… Continuará.

Toca ser feliz, amigos.

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