QUE NO PASA NADA

Cuando la cabeza te diga «hasta aquí». Entonces, para. No lo pienses, para. Mejor no pienses en eso ni en nada. Cuando ya no puedes más, no puedes. Necesitas descansar, desconectar, encontrar tu espacio, encontrarte a ti. 

Que si no te cuidas tú, ¿quién lo va a hacer? Mejor dicho, si tú no te ayudas, nadie puede hacerlo.

Déjalo. Pensar una y otra vez en ese problema no lo va a solucionar. Si ya no has podido resolverlo, sácalo de tu cabeza. No gires y gires alrededor de él. Mejor será que te dediques unos pensamientos positivos, del tipo… «qué poco me queda para las vacaciones» (bueno, queda menos que hace unos meses, ¿no?)

Deja el estrés aparcado. No hace falta que llegues a todo, si tus hijos no se bañan, no mutan. En serio. Si un día no llevan almuerzo al colegio, no se mueren de hambre. De verdad, que no van a llamar al teléfono ese para malas madres que quiere poner algún partido político. No va a pasar nada. No tenemos que ser perfectas. Esto no es una carrera donde vamos a arrastrar a nuestros hijos. No es una competición. Se trata de llegar feliz a la meta, a la que todos llegaremos, y mejor será que no las primeras.

Así que respira. Date un paseíto, vete a yoga. Qué tal un garbeo con tu pareja. Merienda sin prisas en una terraza con tus hijos. Piensa en todo lo bonito que tienes alrededor y, en serio, no vuelvas a ese problema que te atormentaba. Déjalo allí lejos, en algún lugar del que no quieras acordarte. Canta en el coche hasta desgañitarte. Prueba con Extremoduro. Que no pasa nada.

En serio, cuando la cabeza te diga «hasta aquí», para.