LA VERA. RESUMEN DE NUESTRO VIAJE
Me daba pena que mi hijo no conociese su Tierra, así que nos
fuimos a uno de los parajes más bellos de Extremadura, La Vera. Entre el macizo de Gredos y el río Tiétar, el
nordeste de la provincia de Cáceres, promete.
No es de extrañar que el emperador Carlos V la eligiese para pasar sus
últimos años. Tampoco que uno de nuestros artistas más internacionales haya
plantado allí su casa, en medio de la belleza del paisaje, para ser feliz con
toda su familia.
Gargantas, pozas naturales, bosques de robles y castaños, pueblos con calles y plazas que te hacen sentir en otra época. Esa es La Vera.
Nos hemos
perdido por sus rincones y no nos ha defraudado. Tampoco su gastronomía (me
traigo unos kilitos de más como recompensa). Ni sus vinos. Ni su gente, esa gente, eso es lo que nos hace únicos. Los extremeños somos personas llanas, saludamos siempre (da igual dónde, da igual si conocemos o no al otro). Puedes
hacerte amigos en un momento, sin más (mi hijo da fe de ello). La sonrisa
siempre en la cara, acostumbrados a trabajar la tierra, campesinos muchos de
ellos, gente noble y cariñosa. Eso te traes del viaje, siempre, sonrisas que
guardar en tu mochila.
La Casona, Jaraiz de la Vera
Una cabaña y campo alrededor. Con jacuzzi, para relajarnos
ya del todo. La Casona es un hotel rural que ofrece, además, la
posibilidad de instalarte en bungalows de madera, muy bien acondicionados y,
algunos de ellos, con jacuzzi. Con un porche donde sentarse a mirar al
infinito. Yo ya no recordaba como era esta parte de mi Extremadura. Mires donde
mires hay belleza.
Sierra, piedras y mucha paz
Losar de la Vera fue el primer pueblo que visitamos y pasito a pasito, nos
fuimos a la sierra. Horas andando, contemplando la Naturaleza en estado puro.
La Primavera se nota, y las flores lo inundan todo. Al llegar arriba, la
garganta comienza a caer de la sierra y el paisaje es impresionante. Nos
sentamos, rodeados de árboles, montes y vida. Sin más ruido que el agua,
respirando. LA PAZ DE LAS ALTURAS.
Y abrió el día. Y el sol nos acompañó al
monasterio donde Carlos V quiso retirarse, al lado de Cuacos de Yuste.
Allí mandó hacer la cripta donde quería descansar, pero nunca la
estrenó. Su hijo no le enterró ahí.
Austeridad es la palabra que define al Monasterio de San Jerónimo de Yuste, frente a la opulencia de los Borbones, la austeridad de los
Austrias. Yo nunca me canso de ver esa charca. Él tampoco lo hacía, sentado en su silla de madera. La cama desde la que escuchaba la Santa Misa pone los
pelos de punta, porque parece que le estás viendo desde algún sitio.
Era Domingo
de Ramos y los feligreses entraban en esa Iglesia con sus ramas de olivo.
Nosotros no nos quedamos a escuchar la misa, nos fuimos a otro lugar, cercano.
El cementerio militar alemán. Todas esas tumbas de alemanes, que murieron
durante la Primera y la Segunda Guerras Mundiales, allí, en el suelo. Con esas cruces con sus nombres y apellidos, con sus fechas de nacimiento y de
defunción. Me parece bien, hay que honrar a los muertos, tienen que tener su
sitio, aunque sea lejos de casa. Y me pregunto cómo puede ser que este país aún
no haya hecho eso con todos los muertos de su propia guerra. Necesitan
descansar, sus familias también.
Garganta la Olla, se detiene el tiempo
Se detiene el tiempo en este pueblo. Parece que hemos vuelto
al Medievo. Un sitio lleno de leyendas. Escuchamos la historia de la Serrana,
aquella chica que se fue a la sierra después de ser deshonrada (el sobrino del
obispo de Plasencia que iba a casarse con ella, al final no lo hizo). Isabel,
la serrana de La Vera, repudió a todo hombre. Dice la leyenda que los
arrastraba a su cueva, para tener sexo con ellos y después matarlos. Cánticos
antiguos la describen como un ser mitológico De cintura para arriba / de persona humana era; / de cintura
para abajo / tiene estatura de yegua...
En Garganta la Olla las casas, de madera, son
típicas de la zona. Destaca su plaza y la Casa de Muñecas, un edificio azul,
con una muñeca en su fachada que, según narra la leyenda popular el séquito de Carlos
V usaba como prostíbulo. Ahora, en su parte baja hay una tienda de golosinas donde se pueden
comprar recuerdos de la Tierra.
En cualquier caso, la historia no es nada benévola
con las mujeres. Entre putas y ninfómanas, entre locas y agresivas, brujas
casi. Tremendo.
Garganta la Olla es un pueblo de casas de madera que están dando sus
últimos años de vida a los turistas. Se caen. Y se venden. Muchos carteles de «Se vende» hemos visto en todos los pueblos de La Vera. Aunque es un lugar muy turístico, es
difícil la vida en los pueblos, falta inversión, falta trabajo.
Otro lugar precioso es Villanueva de la Vera.
Perderte en sus calles es encontrarte con juglares, cortesanas, muchachas con los cántaros
de agua, que van a la fuente de esa plaza pentagonal.
Cascada La Chorrera del Diablo
Y cuando pensabas que no podías ver nada más bello,
en esta cascada se detiene el tiempo de nuevo. Parece que al final de la misma está la
Nada. Sentarse allí es estar en otro nivel, entre miedo y vértigo, la paz que
da el no tener nada en qué pensar, sólo disfrutar.
Lo mismo ocurre con Guijo de Santa Bárbara, un
pueblo en las alturas, donde hay piscinas, con puentes únicos que, imagino, en
periodo estival será imposible de visitar con la paz que lo estamos haciendo
ahora.
Garganta Los Alardos, Garganta Minchones, del
Diablo, Gualtaminos, Cuartos, Jaranda, Guachos…. De garganta a garganta y tiro
porque me toca. No sé cual es más bella, sólo que las hemos disfrutado a tope.
No he parado de comer, y de beber
Los vinos de mi tierra son estupendos. Hemos
probado algunos nuevos, y nos hemos venido cargados de nuestros tan queridos
«Habla» que nunca nos defraudan.
El pimentón de La Vera es la estrella del baile, y
los quesos con pimentón (que no habíamos probado) están para chuparse los
dedos. Las carnes son una pasada, el
bacalao también… No hemos comido nada que no nos haya encandilado. En Extremadura
se come de lujo. Flipante.
En cualquier rincón puedes comer rico, pero os recomiendo
dos lugares donde nos han tratado genial y en los que todos repetiríamos:
ViDA Gastrobar Restaurante en Villanueva de la
Vera. No os vayáis sin probar la tarta casera de queso, un 10.
Villa Xaraiz Restaurant. Comimos el menú del día, y
todo estaba espectacular. Recomendamos el bacalao y la pluma ibérica. Los
postres tenían todos una pinta estupenda.
Pero también os digo que cualquier bar de la zona puede
sorprenderos. Parar en uno de carretera, que te pongan un pisto casero recién
hecho de tapa y que tu hijo y tu perro hagan amigos, mientras tú tomas el aperitivo,
te puede pasar.
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