LOS TEJADOS DE MADRID
Sí, Madrid aún tiene tejados. De casas con mucha historia. El centro de la capital de España se resiste a las urbanizaciones, al cambio. Quiere ser pueblo antes que urbe, conservar el encanto de un tiempo que pasó pero aún recordamos cuando paseamos por sus calles.
No conozco una ciudad más bonita que Madrid. Más mezclada, más feliz. Algunos me dirán que
los madrileños corremos, que nos estresamos, que no hay tiempo. Pero no es así. Nosotros
miramos al cielo y, aunque nos falten estrellas, vemos unas terrazas y tejados
únicos. Cuando nos sentamos en un bar, cuando paseamos por el Mercado de
San Miguel, cuando visitamos la Plaza Mayor o cuando nos vamos al Paseo del
Buen Retiro, desconectamos del día a día y encontramos paz en medio del
ruido y de la contaminación que, por cierto, cada vez es menor y esa es una muy buena noticia para los que vivimos en el centro.
La almendra central. Con menos coches, con más vida. Con todos esos bares. Cantada por Sabina, admirada por muchos, con su paseo del Arte, con sus miles de leyendas...
Madrid acoge, Madrid es una ciudad generosa. Por eso vienen a ella tantos
migrantes. Por eso convivimos, la mayoría de las veces en paz. Y esta es otra buena noticia.
Madrid es para perderse en sus calles sin miedo. Para recorrer la parte más castiza y entender
otras formas de vida que existen aún en la capital. Madrid es historia, es ganas de
vivir cada día algo diferente, de tomarse una cañita con una buena tapa de bacalao en el Revuelta y de encontrar esos gatitos que, en los tejados, miran al cielo, no buscando estrellas,
sino otro nuevo amanecer. Madrid se despierta pronto y se acuesta tarde, no hay
tiempo que perder, hay que vivir.
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